Todos tenemos una adicción.
El día a día de los seres humanos está pobladod de ellas, aunque al escuchar esa frase las personas hagan un mohín de desprecio, incómodos. Alguien me dijo una vez que "tras la negación obsesiva se esconde la verdad". Y observando como lo he hecho hasta ahora, me di cuenta de que es así, de que todos tenemos algo a lo que somos adictos.
"Bueno", dirán muchos -suponiendo que lleguen a admitirlo, "pero mis adicciones son menos dañinas que la cocaína". Así piensan muchos, pero de cierto modo, todas los malditos vivicios son dañinos en menor o mayor grado. A mi personalmente me importa un comino que me dañen, btw.
La adicción a los analgésicos o antidepresivos, a beber café todas las mañanas, a escuchar las coversaciones ajenas, a revisarle el teléfono al novio, a criticar a las personas. No son costumbres, son adicciones. -Si no me creen, traten de dejar el puto café, ¡joder! eso si es difícil-. Somos adictos a muchas cosas, somos adictos a quejarnos, a encasillarnos, a encasillarlos. Nuestros vicios entran en nuestro sistema alterándolo de alguna forma, beneficiosa en algunas pocas ocasiones. Algunas adicciones son incluso artísticas, creativas, tales como escribir, o dibujar, pero no por ello dejan de ser tal cosa.
Con ello no estoy criticando a las personas con vicios, ni nada. Yo tengo demasiados. Este blogs es uno de ellos. Tomare café todo el día, detallar tanto a los seres humanos, leer, comprar cierta revista todos los meses. Incluso tengo un vicio que habla, ¿saben? e incluso probablemente esté leyendo esto mientras por su mente se dibuja la sutil silueta del humo del cigarro. Tampoco los invito a dejarlos, a menos que estén a punto de morir por hacerlo, y si esa es su intención, pues vamos allá. Ni que las admitan o nieguen, qué va.
Pues, de cualquier manera, son esas las pequeñas cosas que dan sabor a la vida ♥
(La idea la saqué de un artículo de Luis Fernández de igual título, derechos reservadoa al weon.)
 
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