La deplorable doble moral de la sociedad venezolana de hoy en día muestra su cara despectiva en apariencia y tacha la práctica como algo sucio, pervertido, de “esas cosas son de zorras”; pues la unión de dos cuerpos mediante la copulación debe ser la prueba de un profundo amor… en estos tiempos encontrar siquiera un amor “real” es difícil, así que esta afirmación me parece poco menos que una soberana majadería.
¿Real? Si, eso, un amor real (ya algo profundo es mucho más difícil e incluso utópico). Me refiero a que, más allá de lo que te atraiga físicamente el sujeto, del cóctel de gloriosas endorfinas que provee a tu sistema, y del amor a mentirte (quizá el único amor existente que sientas) que tienes desde hace años que convierte la frase de “necesito sexo” luego de una semana de conocer al sujeto en un “Quiero demostrarte entre sábanas lo que siento en mi corazón”, porque ese es uno de los talentos más comunes de las venezolanas (no de todas, pero aún así=, servir de traductoras, cuando en realidad el tipo, lo único que quiere decir es QUIERO SEXO.
…En fin, es real, cuando luego de eso, el sujeto te interesa como ser humano, puedes charlar horas con él, te ayuda a superarte y ves la posibilidad de un proyecto de vida en común. O cualquier tipo de relación sana que vaya más allá de las hormonas alborotadas.
Nota: Proyecto de vida NO es igual a fantasía pseudo novelesca en la que te casa vestida de blanco luego de planear la boda tú solita, tienes dos hijos y todo es color de rosa, carente de problemas & perfecto hasta cumplir las bodas de oro, sé positiva, pero realista y deja a un lado la pantalla rosa que no te deja vivir en paz.
Nos enamoramos de verdad (es decir, amando) un promedio de cuatro veces en la vida. Ya, sexo con la persona que amamos es el ideal, pero entonces vamos a tener sólo cuatro puntos de comparación, sólo cuatro parejas en nuestros promediados 65 años de vida. Y eso si tenemos “suerte”.
Si a ti te va el celibato o estar guardándote o eres adicta al drama y necesitas mentirte cada vez... bueno, cada cual con su aberración, como diría Luis Fernández.
Además, está el hecho de que las mujeres no tienen la menor idea de lo que quieren y están tan atrapadas en sus prejuicios que no pueden hacer algo que les guste sin justificarse. “Me comí esa dona porque es que la dieta me está matando”, “es que de verdad estaba enamorada de él”, “Bueno, no iba a llevarlo a un restaurante barato”. Para todo un motivo que no sea el mero placer de hacerlo.
Eso incluye abrirse de piernas, necesitan un motivo (emocional) que justifique tal aberración sin estar casadas. Los hombres, en cambio, saben que quieren en este punto; sexo. No tienen que engañarse a sí mismos con el mentado sentimentalismo cada vez que se acuestan con alguien pues saben que buscaban, y una vez hecho ciao pesca’o. Es que las crian para eso; estamos en una sociedad machista que asume que el hombre mientras más mujeres tenga más macho es, pero una mujer con más de una pareja sexual es una "puta".
¿No sería todo muchísimo más fácil si nos plantearamos las cosas de forma concreta? Como una invitación a comer o algo. Menos despechos, menos drama, menos estupidez, menos frustración, todo “light”. Sexo por el mero hecho de gozar un orgasmo, como comer por el mero hecho de llenarnos el estómago, y mira que yo jamás he visto a alguien en su sano juicio preguntándole a la ensalada si la quiere para llevársela a la boca. Es sólo necesidad; el drama, el amor, son accesorios, bonitos, quizá, pero no necesarios.
Los adolescentes AMAN dárselas de maduros, entonces, ¿por qué no serlo realmente en vez de andarse con tantas bobadas?
Paz.
convertiria esto en un blog de quejas si pudiera escribir cosas así a menudo, aunque den asco.
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