jueves, 17 de noviembre de 2011

Te cuento, que enamorarme como un idiota completo
Era la parte que no estaba en el libreto
Es hermoso pero empalagoso.

Siempre he considerado algo muy estúpido la frase “sin él me muero”. O sin ella. O lo que sea. Porque él ni ella son un órgano vital; antes respirabas, tenías metas y te levantabas por las mañanas. Sigo pensando así, por supuesto, porque no necesito a nadie para ser feliz.

Pero, ¿y si más que un órgano…los convirtiéramos en una droga?

Leí en algún lado que las endorfinas producidas por el enamoramiento –o el drama- son casi tan adictivas como las anfetaminas o incluso la heroína. Lo he comprobado a lo largo del tiempo, porque he visto muchos drama Kings y drama Queens, incluso fui una de ellas por un tiempo considerable. Es una manera, aunque enfermiza, de dejar a un lado el aburrimiento.

Pero volviendo al punto, eso es lo que hacemos. Lentamente vamos consumiéndolos, dependiendo de ellos como si fueran un cigarrillo, hasta el punto de tener que “drogarnos” una vez cada día.
Claro, la gran mayoría de las veces ni nos damos cuenta. O, como en mi caso, si nos damos nos interesa u santificado comino. Pero cuando ellos se van, cuando te alejan de tu droga preferida, se presentan los mismos síntomas que si dejaras bruscamente de fumar. Ansiedad, depresión, llanto, desesperación, y todas las demás tonterías…No ves todo negro, solo que los colores pierden el brillo por un tiempo. Hasta que te recuperas o consigues una droga nueva.

Nunca lo había pensado así, pero es la única explicación que se me ocurre para tanto revuelo.
¡Vivan las entradas plagadas de tonterías!

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