Bieeen, vengo de un cementerio y estoy escribiendo en una lap.
¿Saben? no es de mi gusto escribir así...pero tenía que escribirlo. Tenía que.

No tenía planeado ir a ver gente limpiando tumbas, lo hice por acompañar a mi mamá y a una prima y porque nunca había visitado un cementerio antes. Recordé por qué.
Había tanta, PERO TANTA gente. Era un lindo lugar, con césped verde y árboles bordeando la carretera, más parecido a un lugar de hacer picknic que a un cementerio. Un montón de frutas venenosas caían de tan hermosos árboles, pequeños banquillos de piedra, como en los parques y un olor a césped recién cortado y perfumes extraños que danzaban en el aire.
Me pareció irracional el cuidado que daban a las tumbas, la manera en que le hablaban. Quizá yo sea una maldita insensible, pero... ¡Que macabra tontería!
Es un cadáver, ES UN CADÁVER. Ni siquiera eso, de paso ya es polvo.

¿Acaso es la culpa que los carcome? ¿El haber sido una porquería de personas cuando los que ahora yacen bajo tierra, los obliga a ahora a purgar su culpabilidad cuidando una lápida? ¿Eso tiene sentido? Alejandro me dijo algo sobre que los cuerpos eran unos débiles portales, o algo por el estilo, pero de allí a pensar que puedan pagar todo lo que no hicieron en vida de ese modo...
Bien, quizá no toda la gente sea así, pero cuando mi tía abuela murió -fuimos a visitarla a ella, precisamente-, la que se arrojó sobre el ataúd, la que gritó, la que casi se tira al hoyo fue mi tía que peor la había tratado, la que le robó sus ahorros de toda la vida, la que le gritaba, hablaba mal de ella, la que se metió en su casa.

No entiendo esa clase de cosas, de verdad, no las entiendo.
Yo no voy a meter a mi madre bajo tierra, no voy a estar peleando por mantener una tumba. Voy a quemarla y arrojaré sus cenizas sobre las montañas sobre las que vivimos, las que amó, y voy a ser una buena persona en vida, porque, lamentablemente, los cadáveres no pueden agradecerte nada, ni darte un abrazo, ni nada por el estilo.


Lo que escribo no tiene sentido, lo sé.